Curiosidades XIV
Hay una manera infalible de saber si uno es verdaderamente el amo de la casa en la que vive, o si juega un papel secundario: bajar al super a comprar algo, pero única y exclusivamente 3 cosas. ¿Bajar a comprar 3 cosas nos dirá si somos los amos? No, pero ahí se deriva la clave, ya que la respuesta no está en que bajemos a por tres, sino en cuántas traemos cuando subimos. Si traemos sólo esas 3, a no ser que pertenezcamos a ese 1% de metódicos, seremos unos mandaos. Pero si de verdad somos los amos, será sencillo comprobarlo: subiremos cargados como burros con cuatro bolsas llenas de cosas a por las que en principio no bajábamos. Para más inri, no traeremos dos de las tres cosas que bajábamos a buscar, porque entre tantas otras, se nos han olvidado.
Esto es muestra inequívoca de que nosotros somos los que manejamos el cotarro. Nadie que no lo maneje tiene la iniciativa de llenar esas cuatro bolsas, ni sabe qué hay/qué falta en casa. En caso de que tengáis parte de esta iniciativa, pero sintáis la irrefrenable necesidad de llamar a cariño (o cualquier otra modalidad de ser con la que conviváis) para preguntar algo, no lo dudéis, NO sois el am@ del calabozo; el verdadero amo es el/la que recibe la llamada.
Esto viene al hilo de lo que siempre nos ha sorprendido a todos, de pequeños, en mamá. Ella bajaba un momento, a por patatas, y para tu sorpresa, la veías subir con esas cuatro bolsas con "pimientos, tomates que tampoco tenía, un poco de queso del que le gusta a papá, unos pepinos y ya hago gazpacho, ajetes que tenían una pinta estupenda, unos filetes de cadera que mañana viene tu hermana" y muy probablemente, no subía las patatas; tenía que volver a bajar y un poco de lo mismo, o bien te mandaba a tí a por ellas, que seguías con cara de bobo intentando entender cómo se puede bajar a por patatas y subir con medio supermercado.
Nuestras madres han hecho esto una y mil veces, como lo hacemos y haremos tod@s l@s que somos am@s de casa, porque es lo normal. Pero no deja de ser hilarante el que estemos autoconvencidos de esa tonta frase que decimos: "me paso a por leche antes de subir a casa". Como que casi siempre acabamos haciendo la compra de la semana, vamos.
Todavía no he llegado a la mitad de mi vida, pero ya he pasado ese punto en el cual te paras a hacer repaso de dónde estás, y compruebas si coincide con dónde querías estar al llegar aquí. El momento, o la frecuencia con la que hacemos esto, no es un estándar; hay gente que navega por la vida improvisando, sin plantearse nada, mientras que en el otro extremo, otros se pasan los años hamleteando sobre todo. Por ahí en medio andan los que lo hacen el 31 de diciembre a las 23:45, aunque claro, sin demasiadas pretensiones. Personalmente opino que no viene mal hacerlo de cuando en cuando, sobre todo cuando tienen lugar cambios de importancia en tu vida; los finales de etapa, los comienzos de otra. Puede ayudar a situarte, y te puede dar información valiosa sobre lo que hiciste bien o mal, por si pudieras aplicarlo en el futuro.
Hace poco invertí en un equipo
Hoy he despedido a otro compañero. Lo fue durante 9 años. Fueron tiempos de alegrías, viajes, días duros y noches más duras (jeje). Vimos varios paises juntos y recorrimos muchos miles de kilómetros. Muchas cosas vio pasar fuera, muchas otras pasaron dentro.
Anoche lo hablaba con la luna:
Preocupado estoy. Lo venía pensando en el autobús. Hace poco he descubierto que un grupito del curro me llama "el friki". No me molesta, claro, ya que no lo hacen con mala intención. Pero he discutido con ellos porque pienso que ese mote es altamente inmerecido. Supongo que ellos tendrían sus razones, pero personalmente pienso que elegieron ese porque no se les ocurrió otro. O bueno, quizá por algún comentario que hice al respecto de mi disfraz de Darth Vader. Coñas aparte (no tengo ni tendré un disfraz de Darth Vader ni de nada, evidentemente), no conseguí quitarles la idea de la cabeza, y me vine a casa bastante pensativo. "Yo no soy un friki", pienso. "Estos no han conocido nunca a un friki de verdad". Como evidentemente no me quita el sueño sacarles de su error, lo dejé ahí, pero curiosamente, unos días después ví en Terra un banner sobre no sé qué del Orgullo Friki. Pensé: "ya no saben qué inventar". Pinché por curiosidad, y aparte del artículo, encontré un link a un test, que aparentemente, mide tu grado de frikismo. Convencido de tener un arma que esgrimir contra lo injusto de mi mote, me dispuse a completarlo. Así lo hice.