Los cambios IV
Hoy he despedido a otro compañero. Lo fue durante 9 años. Fueron tiempos de alegrías, viajes, días duros y noches más duras (jeje). Vimos varios paises juntos y recorrimos muchos miles de kilómetros. Muchas cosas vio pasar fuera, muchas otras pasaron dentro.
Al final, como ya sabéis, hemos tenido un percance. Él se llevó la peor parte (afortunadamente). Su frontal deformable cumplió bien su cometido, como se puede apreciar. Mientras todavía estaba operativo tenía varias novias; después del accidente, ni el seguro quería arreglarlo. Los únicos que han tenido interés por él son los profesionales del despiece. Qué pena.
Pero la vida sigue, y hay que mirar hacia adelante. Despedimos a los viejos amigos, e igual dentro de poco conocemos alguno nuevo. Sólo hay que plantearse si con lo bien que funciona el metro, te compensa gastarte de nuevo un pastizal para volver a subirte a la noria consumista. Si habéis echado cuentas alguna vez, os habréis dado cuenta de que aún yendo en transporte público/taxi y alquilando coches en vacaciones y ocasiones especiales, no alcanzamos el coste que tiene un cuatro ruedas a lo largo de su vida útil. Eso sí, ¿y lo que viste?
Me quedo meditando sobre esta cuestión, y una vez más, sobre lo fugaz de nuestra efímera existencia.
Bienaventurados los siniestros totales, porque ellos serán desguazados
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