Las edades del hombre IV
Todavía no he llegado a la mitad de mi vida, pero ya he pasado ese punto en el cual te paras a hacer repaso de dónde estás, y compruebas si coincide con dónde querías estar al llegar aquí. El momento, o la frecuencia con la que hacemos esto, no es un estándar; hay gente que navega por la vida improvisando, sin plantearse nada, mientras que en el otro extremo, otros se pasan los años hamleteando sobre todo. Por ahí en medio andan los que lo hacen el 31 de diciembre a las 23:45, aunque claro, sin demasiadas pretensiones. Personalmente opino que no viene mal hacerlo de cuando en cuando, sobre todo cuando tienen lugar cambios de importancia en tu vida; los finales de etapa, los comienzos de otra. Puede ayudar a situarte, y te puede dar información valiosa sobre lo que hiciste bien o mal, por si pudieras aplicarlo en el futuro.
Y puedes encontrar que efectivamente, no estás donde creíste que ibas a estar. No tienes lo que creíste que ibas a tener. No has hecho lo que creíste que ibas a tener hecho. E incluso puede ser peor: puedes encontrar que ya no podrás tener algunas de estas cosas, que tu momento ha pasado. La sensación que te queda no es nada agradable.
Es por esto que conviene tener cuidado con lo que se desea para uno, porque no sólo puede suceder como en el dicho, que se cumpla, sino que puede pasar todo lo contrario, que no se cumpla. Y aunque sea muy, muy difícil, deberíamos hacer un ejercicio de madurez y previsión cuando lanzamos nuestros deseos al aire, y pensar cómo nos puede sentar al cuerpo si años después éstos no se ven completos.
Parece un poco pesimista el post, pero no es la intención; es sólo una reflexión con moraleja: la vida da muchas vueltas, y no está de más llevar un poco de realismo en el fondo de la maleta, porque aunque tengamos muchas ilusiones y luchemos por ellas, a veces la vida nos colocará donde no pensábamos ir, y nos será maravillosamente útil saber encajarlo sin frustraciones.
Aunque quizá sea mejor disfrutar de Diana Krall sin darle vueltas a esto...
1 comentario:
Qué razón tienes...
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