lunes, 9 de abril de 2007

La soledad V

Está escritoCuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de las hierbas que cogía.
¿Habrá otro, se decía,
más pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.

La vida es sueño

Calderón de la Barca

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sábado, 7 de abril de 2007

Curiosidades IV

Llueve sobre mojadoEs curioso cómo le afecta el tiempo a algunas personas. Creo que es la presión atmosférica y la luz. Sobre todo esto último. Debemos tener algo dentro que reacciona positiva o negativamente ante estos estímulos, segregando sabe dios qué hormona que nos pone como unas castañuelas o nos deprime y nos aplasta como a una hormiga. Y que no puedes hacer nada para evitarlo, oye.

Si eres de esos que en días como los de hoy en Madrid sientes que todo pesa, no tienes ganas de salir de casa ni del sillón, y te acuerdas de la madre del que inventó el refrán de "abril, aguas mil", anímate, que esto no es sino el preludio de lo que está por venir, un "mayo florido y hermoso" con mucha luz, solecito, subida generalizada de las temperaturas y después vacaciones. Mejor no puede pintar, aunque el del tiempo nos regale días como este.

Por lo menos no llueve tanto como en Matrix.

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viernes, 6 de abril de 2007

La música I

Shakira... sin palabrasCómo no. Tanto temita con números romanos, y no he hablado de la música. Ya me vale.

Lo mejor. Lo que necesitamos. Lo que nos anima, lo que nos calma. Lo que nos hace llegar al éxtasis (literalmente) o lo que nos hunde más cuando abajo estamos, y más queremos bajar. Alegra nuestros mejores momentos, la compartimos con quien más queremos; cuántos recuerdos llevan asociada una música para nosotros, y viceversa. Nosotros somos nuestra música. Dime qué música escuchas y te diré quién eres.

Bueno, no pretendía hacer de concurso de "frases con música: 1, 2, 3 responda otra vez", sólo denotar lo importante que puede ser, que es para muchos de nosotros, la música. Curioso, ¿verdad? Me gustaría hablar con algún especialista médico que me supiera decir cuáles son las reacciones químicas que tienen lugar en nuestro interior cuando escuchamos música. Por qué sentimos, qué parte del cerebro se excita al escucharla, por qué unos tienen más facilidad para entenderla y reproducirla que otros. Porque no es igual para todos, ni mucho menos, aunque a todos nos guste. Me gustaría saber también, ya de paso, en qué parte del cerebro reside la creatividad humana. La que nos permite componer, crear de la nada las melodías más bellas, y la que también nos permite crear cualquier otra manifestación de arte, sepamos plasmarla o no. Supongo que en el futuro todo esto se sabrá, y podremos, con un simple scanner, saber en el momento que nazcan nuestros hijos qué características principales tienen, si serán creativos, si tendrán más potencial para la inteligencia de tal o cual tipo (porque hay muchas cosas en las que uno puede ser bueno, y otras en las que no, aunque seamos igual de inteligentes), etc. Ahora es ciencia ficción, más que nada por nuestro rudimentario conocimiento sobre el cerebro, pero todo llega.

¿Qué hubiera sido de nuestro mundo sin música? ¿Cómo sería? Personalmente creo que sería muy triste. Mucho, mucho. Sería sosísimo. Como irse de cañas con George Bush o algo así (con Bill Clinton no, ese me da que tiene más marchilla). Imaginaos, sin villancicos en navidad, sin marcha nupcial en las bodas, sin chundarata, sin 40 Principales, sin canon de la SGAE, sin discotecas, sin salas de conciertos, sin José Luis Moreno, sin media FNAC, sin Shakira (oh, nooo!!)... y lo peor: sin Rachmaninov!!

No quiero ni pensarlo.

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martes, 3 de abril de 2007

Curiosidades III

Haz limpiezaCuriosa, pero de verdad curiosa, es la aficion de la gente a acumular cosas. No estoy hablando del síndrome de Diógenes, me refiero sólamente a esa manía que tiene un alto porcentaje de personas de no tirar nada así les maten.

La situación es relativamente fácil de describir: periódicamente te encuentras con algo (un cachivache, una prenda, etc.) que te fuerza a tomar una decisión: ¿lo tiro, o lo guardo? En este punto, la decisión, en el 90% de los casos (sí, la estadística es fiable, el universo era amplio y el número de medidas también) la decisión es la de guardarlo. Esta decisión, tomada repetidamente durante muchos años, nos lleva a la acumulación de trastos, cachivaches, cosas inútiles y ropa que todos conocemos. ¿Quién no ha caído en este 90% alguna vez en su vida? ¿Quién no ha optado por la decisión fácil de no desprenderse de algo?

Las justificaciones son tópicas, y se traducen básicamente en 3:

1ª.- Pero si está nuevo!
Esta es una de las justificaciones más rotundas. ¿Cómo vamos a deshacernos de algo, si está prácticamente nuevo? No sólo la aplicamos a cacharros inservibles (para nosotros); también es la estrella de las razones para no deshacernos de ropa que no nos ponemos hace años (¡¡sí, años!!)

2ª.- Me da pena tirarlo...
El apego emocional al cacharrito o prenda es otra de las razones usuales para no darle puerta. Preferimos esa momentánea (entre uno y dos minutos) tranquilidad de espíritu que nos entra al decidir conservar algo que en su momento tuvo para nosotros algún tipo de connotación más allá de la utilidad del objeto, antes que sentir el dolor de la pérdida (entre uno y dos minutos, también) cuando lo metemos en una bolsa de basura o para reciclar. La pena no es algo que nos agrade pasar voluntariamente.

3ª.- Es que a lo mejor lo necesito
La teórica utilidad del objeto en sí justifica el tenerlo guardado en un armario un año tras otro. El miedo a la ley de Murphy o el pavor a encontrarse desnudo nos atenazan en estos momentos de indecisión.

Las tres razones anteriores, las que más comúnmente se esgrimen para no deshacernos de lo que debería estar fuera de casa hace años, no son en realidad justificaciones justificables. Veamos por qué:

1ª.- Está nuevo precisamente porque no lo has utilizado en años. Si es una prenda, probablemente tiene 3 lavados, correspondiendo a las 3 veces que te la has puesto. Si es un cachivache, está nuevo porque no lo has utilizado en la vida, o bien porque su funcionalidad es puramente ornamental, y después de 15 años, si no es en una película de Almodóvar, ya no ha lugar verlo; los tiempos cambian. Está nuevo es, por lo tanto, una demostración de la nula utilidad del objeto en sí. Los objetos, ropa, etc. que realmente nos son o nos han sido útiles son aquellos que tenemos viejos y gastados, de tanto utilizarlos: esas zapatillas tan cómodas que no hay quién te quite, ese sofá en el que tanto te gusta dormitar, esos vaqueros que dejan ver más pierna de la que tapan. Y aún así, todas estas cosas útiles se jubilan.

2ª.- Nos da pena deshacernos de cualquier cosa que sea nuestra. Esta sociedad nos mete a todos en la cabeza la idea de propiedad, y con ella (y con algunas otras que ya comentaré en otra entrada) pretende que seamos felices y necesitemos poseer más y más cosas, lo cual nos hará más felices todavía, y de paso contribuirá a mantener en pie esta sociedad de consumo. Las cosas inertes son sólo eso, cosas. Demostrar que puedes sentir apego por algo está muy bien, pero el mundo sería un sitio mucho mejor si en vez de demostrar un amor tan exacerbado por una lámpara, lo demostraras hacia tu vecino de al lado, que es un ser humano.

3ª.- No, no lo vas a necesitar, no te engañes. Si es una prenda que no te has puesto en años, ¿por qué habrías de ponertela ahora? Si no te la has puesto en todo ese tiempo, tiene que haber una razón: que no te gusta o no te sienta bien. Si es una talla o dos más pequeña, tampoco te engañes; aunque dependa del tipo de hombre o mujer, lo más normal es que nunca más vuelvas a tener esa talla. Está bien ponerse la zanahoria delante para hacerse chantaje moral uno mismo y obligarse a ir al gimnasio, pero la alegría en sí de reducir una talla o dos debería bastar para motivarnos, no es necesario guardar dos maletas de prendas que no nos valen desde hace 10 años para motivarnos más. Piensa también que hay personas que sí tienen esa talla de por sí, y que no tienen recursos suficientes para ir a una tienda y adquirirla, y a quienes vendría mejor que bien el que te acercaras a algún sitio que te ofrezca confianza y dejaras toda esta ropa en plan altruista. Si no es ropa, que es un objeto cualquiera, tampoco te engañes. El ciclo de vida de cualquier objeto no en uso (armario => trastero => punto limpio) no debería superar los 12 meses. Eso sí... si es un martillo, un destornillador o unos alicates... hay una alta probabilidad de que los vuelvas a necesitar en algún momento, y además será cuando las tiendas estén cerradas.

Resumiendo: acumulamos objetos inservibles por norma, autojustificando el conservarlos para tranquilidad de nuestras conciencias, sin querer darnos cuenta de que este esfuerzo es inútil, que perdemos el tiempo, que impedimos que otros aprovechen lo que nosotros no utilizamos, que no disponemos de sitio para guardar cosas que sí nos son útiles, que las mudanzas parecen las caravanas por el desierto de algunas pelis...

Por lo que más quieras... limpia, dona, tira, recicla!

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lunes, 2 de abril de 2007

La sociedad I

Ahí abajo, la sociedad españolaRecuerdo las otras urbanizaciones o pisos en los que he vivido. Estaban llenos de jóvenes. Me avergüenza decir esto por la parte que me toca, pero he visto una y otra vez cómo nadie conoce a nadie en estas comunidades, y cómo a nadie le importa esto lo más mínimo. ¿Quién les enseñó a todos estos incivilizados cómo comportarse en sociedad? ¿Papá y mamá? Pues vaya con esos papás...

Las sociedades están en continuo cambio, evolucionan. Los sociólogos sabrán más de esto. Cómo va a afectar a estas generaciones una serie de temas, como el hecho de que la vivienda cueste tanto que obliga a la mayoría de las parejas a que los dos trabajen fuera de casa, lo que deja en muchos casos la educación y el control de los hijos en manos de desconocidos o peor aún, en manos de aparatos conectados a la televisión (papá 1, papá 2, papá 3). Cómo nos está afectando el que en los telediarios tengan a bien mostrarnos en primer plano los trozos sangrantes de los seres humanos despedazados por el último atentado en oriente medio. Cómo afecta a nuestros hijos el ver cómo sinvergüenzas, vagos, inútiles y vividores tienen más éxito en esta sociedad y ganan más dinero viviendo del cuento que casi cualquier trabajador decente. Tantas y tantas cosas que aparecen en los últimos años y que forman parte de nuestra cotidianidad, sin duda están afectando a las nuevas generaciones, y sólo dentro de unos cuantos años, cuando ya sea tarde para poner remedio a nada, veremos los resultados.

Volviendo al tema: es realmente reconfortante ver cómo las personas mayores, en muchos casos ancianos, nos dan lecciones de urbanidad y comportamiento sin saberlo. Ver cómo no sólo conocen a todo el mundo, sino que se interesan, te preguntan cómo estás y cómo te va con una sonrisa en la boca. Sí, de vez en cuando cotillean, pero pídeles un favor, verás cómo están ahí al pie del cañón sin más interés que el simple hecho de echarte una mano. Resulta curioso ver el contraste de este tipo de comportamiento con el de los jóvenes. En las reuniones de vecinos, sin ir más lejos. La gente mayor trata los temas pensando en el bien de la comunidad, lo que nos irá mejor a todos, saben y calibran el impacto que tendrán ciertas decisiones para algunos vecinos, su problemática, e intentan minimizarlo. Curioso, al compararlo con ciertos personajes, desgraciadamente jóvenes, supongo que educados en la calle, que se expresan tan bien como un pitbull en la arena, y sólo van a las reuniones para explicar el problemón que tienen, para que la comunidad se lo solucione, para quejarse de todo lo que pueden e incluso para reventar las reuniones. El resto de temas les trae al fresco, el resto de vecinos no existen. Que les den por saco, mientras me solucionen mi tema. Qué bonito.

Me resisto a creer que así deben ser las cosas, que debemos pensar siempre en nosotros, que no nos deben importar lo más mínimo los seres humanos que nos rodean. ¿Para qué nos habrá tocado en herencia un cerebro con tanta capacidad? ¿Para qué tendremos ojos, oídos y sentidos? ¿Es tan difícil darnos cuenta de que estamos rodeados de otros seres humanos como nosotros? ¿Es que vivimos en una burbuja? ¿O es que a algunos les gustaría?

Recuerdo cuando hace no mucho hubo grandes disturbios en Francia. Los sociólogos se apresuraron a ir a todas las televisiones a explicar los porqués de tamaña barbarie. Parece que las raíces estaban unas décadas atrás, y habían evolucionado de mala manera porque nadie se había preocupado por pensar qué pasaría dentro de unos años en zonas pobres y mal comunicadas, con las siguientes generaciones de inmigrantes, con el paro, con el aislamiento, con la falta de recursos económicos, de educación y de cultura. Los que pueden hacer, cambiar, solucionar, esos a los que votamos de vez en cuando y que gastan el dinero que nosotros ganamos como mejor les parece, no se preocupan con este tipo de situaciones a medio-largo plazo. Las elecciones, el poder, los sillones y la pasta (nuestra pasta) que manejan se renuevan cada 4 años, no hace falta planificar ni estudiar a 20 ó 30 años vista, cuando a lo mejor están los otros en el sillón. Además, qué difícil, oiga.

Así nos va.

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La muerte I

La muerte forma parte de la vida. Nacemos, y en algún momento, nos morimos. Es inevitable, aunque eso no nos consuela de la pérdida. Familia, amigos, conocidos, compañeros de trabajo. En buena lid, iremos viendo caer a todos los que nos rodean, hasta que nos toque a nosotros.

Cada vez que la muerte golpea cerca, solemos meditar aunque sólo sea un poco sobre lo efímero de nuestro paso por este mundo. Unos cuantos años y fuera. Repasamos lo que hemos hecho hasta ese momento y lo que nos queda por hacer. Las cosas pendientes, el futuro. Estimamos cuánto nos queda a nosotros.

Ya no tengo abuelos. Sólo me queda la generación de mis padres. Dentro de no muchos años nos visitará de nuevo. Y esta vez pegará duro. Perder a tus padres debe ser lo peor de este mundo. Y después, claro está, perder a tus hermanos. Eso te pone el siguiente en la cola. Tu tiempo se va acabando. Bueno, supongo. La verdad es que cada vez que me he planteado que mis hermanos son mayores que yo, y de lo que pasará dentro de 30 años, se me saltan las lágrimas. Qué no pasará cuando suceda lo inevitable.

Recuerdo cuando mi guapísima perdió una de sus tortugas. Qué mal momento. Qué mal lo pasó. Aparte del mal trago, la muerte había sido...traumática. La tortuga en sí no me daba ni frío ni calor, pero el verla a ella desconsolada me partía en dos. Los seres humanos, junto a algunos otros animales, somos capaces de desarrollar sentimientos afectivos por otras personas, por animales, e incluso por cosas. Respeto, admiro y comparto este afecto, pero sólo en el caso de personas y/o animales. No acabo de comprender muy bien el apego a las cosas materiales.

Siempre lo recordaréUn miembro de mi familia ha fallecido hace poco. Era bastante próximo en parentesco, pero la distancia geográfica y los años sin vernos nos acabaron haciendo inevitablemente lejanos. Tanto, que su pérdida no ha supuesto para algunos ni de cerca lo que significará cuando otra persona, con igual parentesco y total cercanía física, nos abandone. Esto nos hace plantearnos esa idea que siempre se dice respecto a la invariabilidad de los lazos familiares, frente a los amistosos o los de pareja. "Siempre estarán ahí". Sí, siempre estarán legalmente. Pero el roce hace el cariño, queramos o no, y la falta de roce, aunque nos pese, hace la falta de cariño. No creo que esto sea una regla fija, pero podríamos tomarlo como la norma. De cualquier modo, esto confirma también que las relaciones entre seres humanos nacen, se alimentan, crecen y, si no las mantenemos, acaban muriendo, por muy oficiales que sean. Cuántas veces nos habrá sucedido esto, y cuántas nos sucederá. ¿Queremos que nos vuelva a pasar otra vez? ¿Le pondremos remedio cuando todavía estamos a tiempo? Todo depende de nosotros; en nuestra mano está.

Descansa en paz.

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