martes, 3 de abril de 2007

Curiosidades III

Haz limpiezaCuriosa, pero de verdad curiosa, es la aficion de la gente a acumular cosas. No estoy hablando del síndrome de Diógenes, me refiero sólamente a esa manía que tiene un alto porcentaje de personas de no tirar nada así les maten.

La situación es relativamente fácil de describir: periódicamente te encuentras con algo (un cachivache, una prenda, etc.) que te fuerza a tomar una decisión: ¿lo tiro, o lo guardo? En este punto, la decisión, en el 90% de los casos (sí, la estadística es fiable, el universo era amplio y el número de medidas también) la decisión es la de guardarlo. Esta decisión, tomada repetidamente durante muchos años, nos lleva a la acumulación de trastos, cachivaches, cosas inútiles y ropa que todos conocemos. ¿Quién no ha caído en este 90% alguna vez en su vida? ¿Quién no ha optado por la decisión fácil de no desprenderse de algo?

Las justificaciones son tópicas, y se traducen básicamente en 3:

1ª.- Pero si está nuevo!
Esta es una de las justificaciones más rotundas. ¿Cómo vamos a deshacernos de algo, si está prácticamente nuevo? No sólo la aplicamos a cacharros inservibles (para nosotros); también es la estrella de las razones para no deshacernos de ropa que no nos ponemos hace años (¡¡sí, años!!)

2ª.- Me da pena tirarlo...
El apego emocional al cacharrito o prenda es otra de las razones usuales para no darle puerta. Preferimos esa momentánea (entre uno y dos minutos) tranquilidad de espíritu que nos entra al decidir conservar algo que en su momento tuvo para nosotros algún tipo de connotación más allá de la utilidad del objeto, antes que sentir el dolor de la pérdida (entre uno y dos minutos, también) cuando lo metemos en una bolsa de basura o para reciclar. La pena no es algo que nos agrade pasar voluntariamente.

3ª.- Es que a lo mejor lo necesito
La teórica utilidad del objeto en sí justifica el tenerlo guardado en un armario un año tras otro. El miedo a la ley de Murphy o el pavor a encontrarse desnudo nos atenazan en estos momentos de indecisión.

Las tres razones anteriores, las que más comúnmente se esgrimen para no deshacernos de lo que debería estar fuera de casa hace años, no son en realidad justificaciones justificables. Veamos por qué:

1ª.- Está nuevo precisamente porque no lo has utilizado en años. Si es una prenda, probablemente tiene 3 lavados, correspondiendo a las 3 veces que te la has puesto. Si es un cachivache, está nuevo porque no lo has utilizado en la vida, o bien porque su funcionalidad es puramente ornamental, y después de 15 años, si no es en una película de Almodóvar, ya no ha lugar verlo; los tiempos cambian. Está nuevo es, por lo tanto, una demostración de la nula utilidad del objeto en sí. Los objetos, ropa, etc. que realmente nos son o nos han sido útiles son aquellos que tenemos viejos y gastados, de tanto utilizarlos: esas zapatillas tan cómodas que no hay quién te quite, ese sofá en el que tanto te gusta dormitar, esos vaqueros que dejan ver más pierna de la que tapan. Y aún así, todas estas cosas útiles se jubilan.

2ª.- Nos da pena deshacernos de cualquier cosa que sea nuestra. Esta sociedad nos mete a todos en la cabeza la idea de propiedad, y con ella (y con algunas otras que ya comentaré en otra entrada) pretende que seamos felices y necesitemos poseer más y más cosas, lo cual nos hará más felices todavía, y de paso contribuirá a mantener en pie esta sociedad de consumo. Las cosas inertes son sólo eso, cosas. Demostrar que puedes sentir apego por algo está muy bien, pero el mundo sería un sitio mucho mejor si en vez de demostrar un amor tan exacerbado por una lámpara, lo demostraras hacia tu vecino de al lado, que es un ser humano.

3ª.- No, no lo vas a necesitar, no te engañes. Si es una prenda que no te has puesto en años, ¿por qué habrías de ponertela ahora? Si no te la has puesto en todo ese tiempo, tiene que haber una razón: que no te gusta o no te sienta bien. Si es una talla o dos más pequeña, tampoco te engañes; aunque dependa del tipo de hombre o mujer, lo más normal es que nunca más vuelvas a tener esa talla. Está bien ponerse la zanahoria delante para hacerse chantaje moral uno mismo y obligarse a ir al gimnasio, pero la alegría en sí de reducir una talla o dos debería bastar para motivarnos, no es necesario guardar dos maletas de prendas que no nos valen desde hace 10 años para motivarnos más. Piensa también que hay personas que sí tienen esa talla de por sí, y que no tienen recursos suficientes para ir a una tienda y adquirirla, y a quienes vendría mejor que bien el que te acercaras a algún sitio que te ofrezca confianza y dejaras toda esta ropa en plan altruista. Si no es ropa, que es un objeto cualquiera, tampoco te engañes. El ciclo de vida de cualquier objeto no en uso (armario => trastero => punto limpio) no debería superar los 12 meses. Eso sí... si es un martillo, un destornillador o unos alicates... hay una alta probabilidad de que los vuelvas a necesitar en algún momento, y además será cuando las tiendas estén cerradas.

Resumiendo: acumulamos objetos inservibles por norma, autojustificando el conservarlos para tranquilidad de nuestras conciencias, sin querer darnos cuenta de que este esfuerzo es inútil, que perdemos el tiempo, que impedimos que otros aprovechen lo que nosotros no utilizamos, que no disponemos de sitio para guardar cosas que sí nos son útiles, que las mudanzas parecen las caravanas por el desierto de algunas pelis...

Por lo que más quieras... limpia, dona, tira, recicla!

In English, please

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No recuerdo la película, o quizás fuese una serie, aquella en que ella decidió que la ropa que no se usara durante 12 meses, sería eliminada... Una noche él sale con los amigos y uno de ellos le comenta: Tío, ¿de dónde has sacado esa camiseta? es espantosa! a lo que él responde... mañana acaba el plazo y sino no me la pongo acabará en la basura... y le tengo mucho cariño...

Fénix dijo...

jajajajaja muy bueno... un "tipo 2" :-P