Las edades del hombre VII
Recuerdo una vez, hace muchos años. Alguien me hizo una comparación. En aquel momento me gustó, pero no le hice mucho caso. El objeto de la comparación era algo que yo tenía, y que nunca había perdido. Aquellos eran tiempos en los que todo nace, y mi corta comprensión de las cosas de la vida no me permitió entender la profundidad del consejo que me estaban ofreciendo.
Las amistades son como un árbol. Crecen con el tiempo. Al principio puede que sólo sea un único tronco, pero a poco que le des lo que necesita, verás crecer sus ramas, sus hojas. Incluso habrá un tiempo en el que lo veas crecer casi sin preocuparte por él. Pero a los árboles, como a las amistades, hay que cuidarlos. Hay que regarlos, hay que abonarlos. Hay que alimentarlos. Porque llegará un momento en el que, si no lo haces, el árbol comenzará a secarse. Empezarás a ver caer sus hojas, se arrugarán sus ramas. Perderá color, y al final, si no lo evitas, se secará. Si te das cuenta antes de que se seque del todo, y luchas por salvarlo, puede que tengas suerte y consigas recuperarlo, pero si no lo haces, si crees que puede vivir solo, sin que te ocupes de él, lo verás morir. Y en ese momento ya no podrás hacer nada por recuperarlo. No valdrá de nada abonarlo, ni regarlo. Habrá muerto, y sólo podrás lamentarte de no haberlo cuidado como se merecía.
Una buena amistad es algo vivo, que debes cuidar. Es el mayor de los tesoros, y sólo te das cuenta de la profundidad de esta simple afirmación con el paso de los años, con la edad. Cuando ya has visto secarse a varios árboles, te preguntas por qué; con lo fácil que habría sido cuidarles un poco, mantenerles vivos. Qué poco habría costado.
8 comentarios:
Cuanta razón tienes, a quien no le ha pasado alguna vez que por dejadez (seguramente por ambas partes) has perdido a un amigo. "Ya le llamaré mañana o pasado" sueles decir, pero esós días al final se convierten en semanas, meses y al final años sin saber nada de él/ella. Pero algo queda guardado en tu memoria y hay ocasiones en los que tus pensamientos vuelven a ellos y te preguntas ¿Por qué no le llamaría?.
Sí. Esa última pregunta se suele repetir en tu cabeza. Sobre todo si no lo llevas bien.
Hola,acabo de leer algunas de tus entradas, la de internet,la del amor,...las casualidades...y me he quedado enganchadita...
justamente hoy en el trabajo pensaba que la amistad era como un árbol que hay que cuidar con mimo, sobre todo al principio...
hace no mucho perdí una amistad y realmente lo pasé mal, porque cuando muere ya no puedes hacer nada...solo plantar otro esqueje y esperar que arraigue con fuerza...ayudándolo con nuestros cuidados
un saludo
Hola, Kat, bienvevenida. Sí, tienes razón. Añadiré que hace tiempo creía que nunca tendría amistades como las que hice con 19 pero... he comprobado que sí es posible. Eso sí, como ya hemos dicho, son como un árbol. No tienen un tamaño decente hasta que no han pasado varios años.
Como siempre, has dado en el clavo. Hace unos meses creí perder a una de mis mejores amigas por eso mismo: nos habíamos dejado de cuidar como amigas. Algunas semanas después, una amiga en común me llamo y me dijo que mi ex-amiga estaba enferma y no sabían muy bien lo que le pasaba. Fue un jarrazo de agua fría en la cabeza, pero me hizo ver que aún me importaba mucho. Afortunadamente, resultó no ser nada grave y volvemos a estar como siempre.
1beso!
Desafortunadamente, en ocasiones también ocurre que, por mucho que riegues, abones y cuides a tu árbol, éste se seca de manera irremediable.
Lost: Sí. También es curioso darse cuenta de cómo un arbol que creíamos muerto es capaz de revivir en cuanto te ocupas un poco de él. No obstante, es como todo: reflejará en su corteza para siempre la falta de cuidados. Sus secas oquedades ya nunca reverdecerán, y formarán parte de su historia.
Horus: Eso que dices me sugiere otra entrada: "10 maneras estúpidas de ver morir a un árbol". Probablemente yo no entendería ninguna. Pero es normal. Soy un poco cortito para algunas cosas. :-/
Buena reflexión.
Pero, como saber reconocer el final de algo, realmente.
Cuando alguien te cala en el fondo de verdad, y tras reconocer tu dejadez en el cuidado, buscarás formas y maneras para revivir lo que se ha ido marchitando, y nunca perderás la esperanza.
Sólo cuando el final te lo imponga el otro, cuando la otra parte te rechace o te haga ver que de nada sirve ya que te esfuerces.
En ese caso, ¿deberíamos abandonar ?¿cómo saber cuando llega verdaderamente el final?¿cómo saber cuando te debes rendir?
Creo que el final no llega, te lo marcan los demás y ya sólo te queda el poder superarlo. Pero no siempre es posible
¿ crees que es posible ?
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