lunes, 8 de octubre de 2007

Las edades del hombre V

Este será el único príncipe azul que encuentresTodos evolucionamos con el tiempo. Es como subir por la ladera de una montaña, despacito. La mayoría del tiempo miras hacia el suelo, decidiendo dónde pones los pies para no caer. A veces levantas la vista buscando el punto al que te has propuesto llegar, tu referencia. Incluso imaginas cómo será estar allí, aunque entiendes que sólo lo sabrás cuando llegues. Alguien te contó cómo es aquello allá arriba, pero lo que te cuenten no es comparable a verte allí, a vivirlo, a sentirlo. Quieres andar el camino, avanzar, llegar.

A veces, en el camino, te detienes, y haces algo que a todos nos viene extraordinariamente bien de vez en cuando: volver la vista atrás y comprobar cuánto hemos avanzado. Lo alto que estamos ya. Desde ahí, se ve todo pequeñito, allá a lo lejos.

No obstante, sucede algo más: ves gente subiendo por donde tu subiste; ves gente andar el camino que tu dejaste atrás. Los ves allí, lejos. Sabes qué camino seguirán, más o menos, hasta llegar a donde tu estás. Pero sabes que les queda mucho todavía. Que esa parte del camino es dura. Que si les adviertes de lo que hay donde tu estás, no harán caso, querrán elegir su propia ruta, como tu eliges la tuya para continuar subiendo. Por eso lo entiendes, y los respetas. Pero no puedes evitar sentir la distancia.

Hubo una época en que creía en el amor ideal, la mujer perfecta. Idealista como es uno, buscaba la perfección en mi compañera como el que busca una rara perla negra, dejando a un lado bellas perlas blancas. Luego vinieron los desengaños, los golpes y la cruda realidad: ni tu perla negra existe, ni si existiera la ibas a encontrar, y si la encontraras... tu no serías su perla negra. Al final, te acabas dando cuenta: eso no es lo que hay que buscar; la perfección no es lo importante.

Esta visión que me da la perspectiva de la altura (relativa, como todo), me separa de quien, allá abajo, no sabe que si sigue por ese camino, encontrará unos enormes zarzales en los que despertar de ese sueño de amor idealista. Pero claro, es la típica mala noticia que uno no quiere escuchar.

Hay quienes todavía creen en príncipes azules. No saben que... destiñen.

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6 comentarios:

Horus dijo...

Muy buena comparación la que has utilizado para este texto. Yo también opino que no existe esa perla negra, pero a lo mejor las perlas blancas tampoco están tan mal. La perfección no existe y debe de ser súper raro encontrar otra persona que en todos sus aspectos sea tal y como nosotros deseemos.
Quizá lo mejor que se pueda hacer sea seguir subiendo la ladera porque ¿quién sabe? en cualquier momento puedes encontrar una mujer, que, aunque no sea perfecta, sea suficiente para hacerte feliz.

Artemis dijo...

Como siempre muy buena reflexión sobre nuestro camino en la vida. En ese momento en que nos paramos en la ladera de la montaña y echamos la vista atrás también solemos mirar después hacia arriba y ver todo lo que nos queda para llega a nuestro objetivo, muchas veces nos desesperamos por todo lo que nos queda y ansiamos estar allí arriba ya, pero lo que tenemos que hacer el bajar de nuevo la cabeza y pisar firmemente para no caer rodando.

Anónimo dijo...

Como siempre, todo un éxito de post. Cuánta falta nos hacías XD Eres el filósofo del grupo jajaja!
Yo tampoco creo que existan los príncipes azules, suelen salir rana todos XD Antes solía creerlo (durante un breve período de tiempo, todo hay que decirlo), pero los golpes que da la vida dejan moretones jajaja!
Aunque no sé si opinar, porque creo que a mí las relaciones se me dan fatal... Hay días en los que sólo quiero huir. Soy así de estúpida y mala persona.
1beso!

luis f. lópez dijo...

Bueno como bien dices; cada cosa a su tiempo. Nunca deberíamos dejar de luchar por nuestros ideales (la perfección no es el de todos, más bien creo que el último fin es la felicidad) ni con 5 ni con 14 ni con 80 años. Abandonar los sueños es abandonar la esencia de uno mismo.

Fénix dijo...

Las perlas blancas siguen siendo perlas, Horus, tienes razón. Todas merecen la pena, aunque cada una sea diferente a las demás.

Exacto, Rain, pienso lo mismo que tu respecto a lo de abandonar tus sueños. Pero nuestros sueños van cambiando con el tiempo, como cambiamos nosotros mismos. A saber qué pensaremos cuando tengamos 50...

Lost... no te me flageles aquí, que todos sabemos que no eres ni lo uno ni lo otro ;-) Tus opiniones son tan válidas como las mías o las de cualquier otro, y así las apreciamos.

Anónimo dijo...

Jajaja, gracias por pensar bien de mí ^^ Tiene gracia que yo tenga peor concepto de mi propia persona que vosotros (y unos cuantos más XD). Pero algo de cierto sí que hay en lo que he escrito.