miércoles, 24 de enero de 2007

La imbecilidad I

Hoy he realizado un genial descubrimiento: al igual que la materia en el universo, que se concentra en grandes cantidades en ciertas zonas sin razón aparente, la imbecilidad se concentra en ciertas personas, sin que sepamos muy bien por qué. He aquí que nace... el imbécil.

El imbécil cumple los siguientes principios:

  • Principio de ignorancia: el imbécil no sabe que lo es; suele creer que es guay
  • Principio entrópico: cuanto más mayor es, más imbécil se vuelve. La imbecilidad siempre crece
  • Principio del rechazo: detesta a los que no ríen sus imbecilidades
  • Principio vitalicio: el imbécil continuará siéndolo toda su vida


¿De dónde salen?
¿Qué sucede en la vida de un crío para que acabe siendo un perfecto imbécil? ¿Los imbéciles nacen, o se hacen? En mi modesta opinión, si bien a partir de cierta edad el imbécil se hace a sí mismo (self-made imbécil), creo que tenemos que navegar por su infancia para encontrar las raíces de su mal. Multitud de causas pueden contribuir, aunque la mayoría de las veces será un compendio personalizado de las típicas: hijo único (todas las risas de la familia eran para él), exceso de permisividad, probablemente ausencia de una figura paterna con fuerza, falta de educación (curioso cómo esto se torna exactamente en eso mismo cuando son adultos), efecto "gracioso de la clase", quizá no acabar de encontrar su lugar durante la adolescencia, y ya en etapas maduras, inmadurez (sí, redundando) y descentrado perpetuo. En cuanto al factor genético, ríos de tinta se han escrito sobre ello, pero yo no creo que la imbecilidad sea necesariamente hereditaria.

A peor
Con este cuadro, cuando la juventud del imbécil acaba (una frustración más), y aparecen las primeras crisis de la madurez, la imbecilidad se multiplica, en una infructuosa búsqueda de las respuestas que nadie le puede dar ("estás mayor", "el tiempo pasa...para todos") y como válvula de escape de vidas estancadas y falta de planes de futuro.

Es aquí que tenemos al perfecto imbécil, en esta triste situación, y curiosamente con una de las constantes en muchos de su clase: la sonrisa "con dientes" en la cara, intentando provocar el mimetismo en sus alrededores, y garantizando que haya por lo menos una persona (él) que se ría con sus imbecilidades.

En cuanto a qué hacer cuando te topas con él: lo mejor para el resto del mundo es encontrárselo de pasada, circunstancialmente. Pero si no tienes esa suerte, si te lo encuentras de frente, si es uno de tus conocidos asiduos, o incluso alguien de tu familia... puede llegar a ser terrible. No obstante, al final, a los amigos o conocidos los ves prácticamente cuando quieres, y a la familia, tres cuartos de lo mismo. El evitarlo es sólo un ejercicio de imaginación. La verdadera desgracia aparece cuando topas con un imbécil en algún sitio en el que poco puedes hacer para zafarte. Por ejemplo, en el trabajo. Es aquí cuando puedes darte por jodido.

La desgracia
"Qué he hecho yo para merecer esto", "he debido ser muy malo en otra vida" y frases parecidas suelen venirte a la cabeza de modo recurrente. En realidad no es culpa tuya, simplemente te ha tocado. Lo único que puedes hacer es intentar pasar el resto de tu vida laboral en esa empresa lo mejor que puedas. A veces se puede hacer difícil, y a veces se hará imposible. Los cuadros de imbecilidad profunda pueden provocar en los compañeros episodios de rechazo, a veces un poco de asco y puede llegarse al límite de pensar en dejar tu buen puesto en esa empresa y cambiar tu vida sólo por apartar de tu vista al perfecto imbécil. Estos episodios serán más frecuentes cuanto más y mejor hayas manifestado tu indiferencia, rechazo o lo que sea (pero negativo) hacia el imbécil, ya que éste luchará enconadamente contra cualquiera que no le ría, no le jalee o simplemente, que muestre indiferencia hacia él. Si te ha detectado (que será lo más normal, puesto que puede ser un imbécil, pero no es idiota), pasarás a estar en su punto de mira por los restos, y la situación, que por tu parte tampoco podrá variar (todo el mundo tiene derecho a ser un poco imbécil), se irá deteriorando paulatinamente hasta que sea insostenible.

El choque
No podrás evitarlo. A ti te parece patético, él te considera el enemigo a destruir; necesita ser el centro de atención sin oposición, siquiera sin indiferencia. Estos momentos (típicamente habrá varios, hasta que te decidas a ponerles límite, de un modo u otro) serán profundamente desagradables, puesto que es aquí donde el imbécil desplegará el 100% de sus habilidades. Se empleará al máximo. Habiéndote detectado como su enemigo, es seguro que buscará el choque, por el mero placer de luchar contigo, medir sus armas, y porque, al fin y al cabo, es imbécil. Qué vas a esperar. El nivel de energía, el volumen de las voces, el enrojecimiento facial y el nivel de los dardos (o los obuses) dependerá en gran medida no de él, sino de ti. Si sabes conservar la calma durante la tempestad, usar tu ingenio contra su imbecilidad, paciencia y clase contra su falta de educación, y mostrar firmeza en tu discurso, puedes salir relativamente airoso. En cualquier caso, el intercambio de energía (en cualquiera de sus formas) con un imbécil es completamente inútil. Sólo te causará nervios y atacará tu estómago. Intenta evitarlo en la medida de lo posible. Y eso sí... por muy visceral que seas, nunca te dejes llevar a su terreno, o acabaréis en RR.HH., en la calle, en la comisaría, en los periódicos... el límite lo pone tu imaginación.

La solución
Desgraciadamente, no hay solución. Según el Principio vitalicio, el imbécil lo seguirá siendo de por vida, y su imbecilidad crecerá con la edad y las frustraciones. Lo único que se puede hacer es mitigar sus efectos, utilizando diversas técnicas:
  • La anguila: escúrrete, escabúllete, evítalo. Controla dónde anda, y ten preparada siempre una acción evasiva
  • El hombre invisible: no existe. Pasa tanto del imbécil que llegues a creerte que no está allí. Esta táctica es tanto más difícil cuanto más estrechamente has de trabajar con él
  • El agobio: contesta siempre que "ahora no puedes", que estás superliado, imposible hacer lo que te pide, contestar, reunirte o trabajar con él. Tu jefe te tiene agobiadísisimo. Que hable con él (suponemos que el perfecto imbécil es un compañero, no tu jefe) o que te lo mande por correo
  • Otras: cualquier otra técnica puede dar resultado, sea sucia o no, traumática o no. Los límites se los pone cada uno, así como el hasta dónde haya empeorado la situación. A grandes males, grandes remedios
Conclusión
Lleva siempre en la vida tu detector de imbéciles encendido. No bajes la guardia, no te duermas. Y enseña a tus hijos. Edúcales, dales cariño. Cariño del bueno, del que fabrica personas, no malcriados. Incúlcales principios, guíalos. Por lo que más quieras, no contribuyas a poblar este mundo con MÁS IMBÉCILES TODAVÍA.

In English, please

sábado, 20 de enero de 2007

La soledad I

Los árboles, reyes de la soledadCurioso estado, éste de estar solo. ¿Cómo puede estar uno solo, rodeado de varios millones de personas, entre familia, amigos, vecinos y desconocidos? Al final, es cuestión de cómo te sientes, no de cómo estás.

¿Por qué esta sociedad en la que vivimos hoy genera este sentimiento de soledad, aún siéndonos difícil aislarnos del resto de las personas aunque lo intentemos? Las costumbres, la educación, la cultura... todas estas cosas nos hacen vivir en un entorno en el que el individuo pierde su identidad como tal, para pasar a formar parte de un colectivo en el cual, como en los hormigueros, carece de importancia quién eres, y sólo importa el resultado de lo que haces. Si eres útil puedes continuar en el sistema, si no eres útil se te arrinconará paulatinamente hasta eliminarte de él.

Me gustan los pueblos. Esos antiguos en los que ya sólo queda gente mayor. Pueblos en los que la gente te saluda por la calle aunque no te conozca. Te da los buenos días con la mejor de las intenciones. Te ayuda desinteresadamente si lo necesitas; incluso te abre su casa. Costumbres éstas que van desapareciendo como las gentes que todavía las conservan. Hoy, en las grandes ciudades como Madrid, plagadas de jóvenes tratando de abrirse camino, de medianaedaderos frustrados por una y mil cosas, y mayores que ven cómo la sociedad les aparta, conseguir que tus vecinos te miren a la cara o te saluden cuando te los encuentras en el pasillo es poco más o menos que una hazaña. Cada vez nos importa menos el resto de la gente y más nosotros mismos. Cada vez vamos más a lo nuestro y más a pisar al de al lado, no sea que nos pise a nosotros. En un panorama como éste, a veces se hace difícil no sentirse solo.

In English, please

El comienzo

En un mundo en el que las cosas se mueven a toda velocidad, la tecnología avanza más deprisa de lo que la gente puede asimilar, y no hay tiempo de pararse a pensar, se agradece tener un medio en el que publicar tus ideas, a veces tus sentimientos, y lo que es más importante, sacar de dentro todas esas cosas que a veces pudren, a veces duelen, y sin embargo, a menudo merecen ser leídas.

Poblaré este blog con comentarios sobre diferentes temas que sin duda serán recurrentes, puesto que pretenden basarse en las cosas de la vida, las experiencias que vivimos, por dónde andamos y a quién conocemos...o desconocemos. Filosofía barata, pensé en un principio, pero que no deja de ser lo mismo que cualquier otro pensamiento de cualquier otro ser humano. Más simple, más brillante, más útil o más inútil. Simplemente, el mío.

In English, please